Gabriela Mora
Rutgers Univeristy
Revista Chilena de Literatura.
Abril 2004, No. 64
Julio Popper “falso capitán y verdadero ingeniero”,
“Alias ‘El Rey de la tierra del fuego”, “El Descubridor”,
‘El Explorador”, “El geógrafo”, “El Exterminador”.
“El Doctor Remington”, “el Pedigüeño de Tierras”
(El corazón a contraluz, 32).
El corazón a contraluz, novela que está ya en su tercera edición en francés y en cas-
tellano, merecedora de unánimes elogios en Argentina y en Francia, no ha tenido en Chile
la atención crítica que merece.[1] El prólogo a la edición francesa (Cavalier Seul, Phébus, 1996), firmado por Francisco Coloane, sostiene que la obra pudo ser una historia soñada por Stevenson, pero a la cual Borges, Faulkner y Freud hubieran prestado sus sueños y obse-siones.[2] Leo la referencia a Stevenson como llamada de atención a las aventuras que se narran, en que el escenario juega un importante papel. De Borges, el arte de contar, uniendo historia y ficción en redes intertextuales que citan hechos, escritos y personajes reales e in-ventados. La relación a Faulkner tal vez se empariente con la de Freud en cuanto al esfuerzo por acercarse al enigma psicológico del personaje novelesco inspirado por el hombre histó-rico Julio Popper.
La violencia de los elementos que caracterizan la naturaleza de la Tierra del Fuego -
escarpadas montañas cubiertas de hielo, vientos catastróficos que destruyen vida humana
y vegetal, mares causantes de incontables naufragios – se presta para que Manns utilice
su capacidad para el discurso poético. El escenario es además, terreno atrayente para
los buscadores de lo misterioso por desconocido, y como piensa F. Vitoux (nota 2), su desmesura, tiene un héroe a su medida en Popper y los demás personajes que pueblan su historia. Ya el epígrafe, que muestra algunos juicios celebrantes y otros detractores del personaje histórico, ilustra la afirmación de Vitoux. El acierto de elegir a Popper como figura central masculina (porque hay también una femenina), le permite al autor iluminar episodios poco conocidos de la historia americana en torno al exterminio de su población aborigen, y reflexionar sobre problemas acerca del coloniaje de tierras y de gentes. Las contradicciones y múltiples facetas del Popper histórico, por otro lado, empujaron a Manns a bucear en zonas poco exploradas de las acciones humanas, acercándose así a los grandes temas de la literatura universal – la muerte, la soledad, la identidad, el amor – a la vez que golpear caros mitos en torno al significado de nociones como “civilización” o “familia” tan
cuestionadas hoy en el terreno de la cultura.[3] El peso que tiene este personaje en la cons-
trucción de la novela, y la importancia que a mi juicio tiene en ella la desmitificación de ciertas nociones que nos forman o deforman, justifica que sea centro de este estudio, sin que se soslaye la referencia a otras figuras.
Meticuloso observador y estudioso de su suelo natal, como prueba en otros libros, Manns revela aquí un conocimiento riguroso de la geografía y de la historia de la zona austral. Para la primera, le ayudó su periplo existencial que desde muy temprano lo llevó a través de muy diversos oficios, a conocer íntimamente los lugares y sus hombres (ver sobre esto el libro de Epple citado al final). En cuanto a la historia, el autor mezcla hechos conocidos y descono-cidos de la de Chile y otros países, acentuando aquellos que repiten un mismo patrón a tra-vés del tiempo, resumido en la explotación y abusos de los más vulnerables de parte de los que tienen el poder, que el autor ilustra apoyándose en textos que los testimonian. Así ocu-rre con el descubrimiento y la conquista, para los cuales echa mano a citas y paráfrasis de cronistas, con el fin de ilustrar con sus fantasiosas invenciones, el prurito conquistador de disminuir y ridiculizar al habitante nativo, a la vez que engrandecer las posibilidades de re-compensas económicas.
Los conocimientos de historia y geografía, no obstante, se dan funcionalmente inte-grados a la trama que se urde, evitando el peligro de convertir la novela en un manual
en que desaparecen los personajes. Porque este libro, entre otras historias, cuenta una de amor. La que ama es Drymis Winteri, una india ona, que inspirada también en un persona que existió en la zona, dio pábulo al autor para crear una figura que se puede parear al héroe (o antihéroe) masculino Julio Popper.[4] Estos dos personajes que encarnan respectivamente, enfrentándose, las llamadas “civilización” y “barbarie”, constituyen el foco que une espacios y tiempos diferentes, y la polifonía verbal de las voces que construyen el mundo novelesco. .
Como se trata de una conquista por la fuerza, el libro abunda en encuentros violentos, en que el escenario y el dinamismo de la narración a veces recuerda un film de acción (56, 173).
La novela, dividida en 33 capítulos, encabezados por un título que encapsula el conteni-do, tiene un narrador de apariencia tradicional y omnisciente (en tercera persona, heterodie-gético), que a la vez que usa verbos de aserción, emplea expresiones de duda (“quizás”, “pareciera” , “conjetura”), no vacila en dar su opinión sobre hechos y conductas, nombrar sus fuentes (entre otros, Lewin, Darwin, Pigafetta, y especialmente Popper), o deja sin respuestas preguntas que él mismo señala como importantes. Una muy buena ilustración del intercambio de voces entre un personaje y el narrador se halla en el capítulo VII, con un contrapunteo entre este último y Ambrosio Camarcano, capataz de “El Páramo”, el esta-blecimiento de Popper. Allí el narradorinterrumpe el soliloquio de Camarcano con comen-tarios, y califica el cuento que narra el personaje como “obsceno” (67). En otras ocasiones, al referirse a un acontecimiento, el narrador echa una mirada prospectiva aludiendo a suce-
sos similares que ocurrirán en el futuro (174), e incluso advierte que ciertos saltos cronoló-gicos pueden tomarse como anacronismos (188).Los cambios de tiempo y espacio se pro-ducen sin tropiezos que entorpezcan el fluir narrativo porque se cuida de que diferentes hechos tengan un tema en común que los une. Por ejemplo, en las páginas dedicadas a la conquista y colonización en el siglo XVI, se menciona la masacre de los indios Sioux en Norteamérica en el XIX (53), y al repasar hechos ocurridos en 1891, a la vez que recuerda al Presidente Balmaceda que en Chile ha sido elegido por sufragio universal y será derrocado por una insurgencia civil-militar, alude a otro presidente que “81 años y nueve meses más tarde” sufrirá la misma suerte (133). Fuera de variadas líneas intertextuales, este narrador recurre además al metadiscurso para referirse a su propia escritura, como se verá.
Del personaje histórico Julio Popper (1857-1893), se sabe que fue un ingeniero rumano, que recorrió muy joven Europa, Asia y América, y atraído por el descubrimiento de oro en la Patagonia argentina, decidió radicarse en ese país alrededor de 1895. Hombre de acción, culto, poliglota, de carácter resuelto, se relacionó con importantes políticos, a través de los cuales obtuvo la concesión de extensas tierras en la Patagonia, donde pudo extraer oro. Época en que Argentina condonaba o propiciaba el exterminio de los indios que ocupaban esas tierras, Popper se convirtió en un símbolo del blanco europeo que adquiere fama y dine-
ro a costa de las vidas indígenas. A semejanza de los conquistadores españoles que compu-
sieron páginas para cantar sus hazañas o denigrar a sus enemigos, Popper escribió libros, panfletos y numerosos artículos en diarios de Buenos Aires con propósitos parecidos. Este
material lo usa Manns para acentuar ciertos aspectos del personaje novelesco.[5]
Después de una excelente recreación del Bucarest natal de Julius Popper, - ciudad típica-
mente europea y decimonónica donde “la gente parecía estar siempre temiendo o conspiran-
do” (13),- de una minuciosa descripción del hogar y la librería de su padre, que el hijo abandona a los 15 años, el narrador expresa metadiscursivamente:
Se narra todo esto porque, tras los múltiples misterios que oculta
el calidoscopio Popper, más de uno ha establecido en forma
irrefutable que jamás, a lo largo de su vida, reconoció pública-
mente su origen hebreo (14).
Este secreto sobre su origen judío, cuando se tienen pruebas históricas de la ortodoxia y pro-minencia del padre en los círculos hebreos de la ciudad, y que Max, hermano de Julio se hizo miembro de la Congregación Israelita de Buenos Aires, sirvió de semilla a Manns para crear un personaje atormentado, que a pesar de sus hechos nefarios, logra generar cierta simpatía del lector.[6] Para observar la paulatina construcción del Popper novelesco, es útil comprobar cómo lo ve el narrador, los seres que lo rodean y cómo se ve a sí mismo.
Popper, según el narrador, es hombre que nunca sonríe y que intimida (102-103),
“fanfarrón, racista”, psicológicamente complejo y “perseverante exterminador de un buen cuarto de la raza selk’nam” (191). Marien Andwanter Haverbeck, la esposa de su hermano Max, figura inventada, piensa que Julio tiene un “torcido carácter”, que es misógino y “perspicaz cazador de fortuna y prestigio” (149). Para esta chileno-alemana, rica y educada, el rumano “sólo piensa en sí mismo” y “el dolor del mundo no existe para él” (270).Joaco Polén sostiene a su vez que a Popper le falta “compasión y generosidad” (234). En su auto-caracterización, Popper se dice “hombre cartesiano, racionalista” (41), “ciudadano del mundo”, y en algunas revelaciones másíntimas confiesa a Drymis Winteri: “yo no beso, duermo solo”, (42), o “me repugna el contacto con otros” (250). La acusación de haber sido exterminador de la raza selk’nam u ona, tiene como base un prejuicio racista, confirmado por sus propias palabras. Popper piensa que el indio es “escoria”, más cerca de la bestia que del humano, cuyo desaparecimiento es legítimo (24, 153).[7] A este propósito hay que recor-
dar, sin embargo que estas ideas fueron prevalentes en el siglo XIX, en que se creía “cien-tíficamente” en la superioridad del hombre blanco (se cita un juicio racista de Darwin, por ejemplo, 39). El horror del exterminio en la obra se representa con la caza de orejas onas, vendidas “por una libra esterlina el par” (30).[8]
Los motes de “descubridor” y “conquistador” que han dado a Popper sus celebrantes, sirve a Manns para mencionar otros hechos y hombres involucrados en estas actividades. En el capítulo XV, uno de los tres que resumen acontecimientos que hicieron época a fines del siglo XIX (los otros dos son el V, y el XVIII), con sardónico humor, el novelista nos recuer-da la relación entre “colonia” y “colonialismo” con el apellido Colón, y se burla de las tan loadas empresas. En los años en que transcurren los hechos:
Se acentúa la expansión francesa en el interior del África. El
continente negro rebalsa de protectores de todos los pelajes. El
monarca Leopoldo, en un acceso de generosidad, concede al reino
belga el derecho de anexar el estado del Congo, propiedad personal
del soberano […] Gran Bretaña y Alemania reconocen el protectorado
francés sobre Madagascar […] Los estados más ricos del globo están
empeñados en una salvaje competencia por acrecentar el número de
sus protegidos, no sólo en África (55).
A través de la representación de “los hombres de Popper”, la novela ofrece un fuerte contraste entre los que persiguen “civilizar” y “cristianizar” al bárbaro”, frente a la sabi-
duría de los indios que defienden la vida y la naturaleza (63-65). Aquí sin duda los europeos son los ‘incivilizados’ con cuya codicia y violencia siembran la muerte por donde pasan.
El capítulo VIII, titulado “El banquete de los perros de presa” quiere mostrar cómo los des-
cubridores de América, vieron en los aborígenes “una raza parecida a la humana, pero no igual” (72). En el microcosmos colonial que la novela representa en Tierra del Fuego, ocurren acontecimientos semejantes a los que seguramente se dieron en los ‘protectorados’ de la cita. La crueldad, tónica general en una guerra de conquista, se narra en episodios que hermanan el engaño con que los hombres de Magallanes capturan y engrillan a dos magni-ficos indios pampas en el siglo XVI, con el corte de orejas onas en el XIX. Por otro lado, la
obsesión con el sexo que impera en grupos de hombres solos que conviven por largo tiempo, se retrata bien en los párrafos de Pigafetta que Manns eligió para mostrar la morbosa curio-sidad del cronista por las costumbres sexuales de los aborígenes, que ve o inventa.[9] En la novela, el fenómeno del sexo que preocupa a la población masculina en todo momento, y es motivo recurrente en la obra, se encarna mejor en Ambrosio Camarcano que además reúne en sí otras características negativas de los hombres de Popper. Camarcano, apodado “el capataz tautológico” por el narrador tiene la obsesión de coleccionar historias escatológicas y contarlas, como hace en el capítulo VII, dedicado a él. Este chileno, hombre letrado, ex-profesor de literatura, ha escapado de la justicia por el asesinato de su mujer, a quien empala después de muerta. Así, el texto magnifica con él la relación muerte/violencia/sexo que caracteriza a este mundo.
En este clima de crueldad generalizada, sea por provenir de personalidades violentas, o por la situación de guerra de conquista de tierra y de seres humanos (mujeres y niños incluí-dos), los hombres también deben poseer ciertos grados de empeño y valentía. El parangón
Aquí es Julio Popper quien merece los calificativos de “capitán” y “explorador” por su valor y temeridad, cualidades que le ganan la obediencia y fidelidad de sus hombres.[10] El rumano
es además inteligente e imaginativo, lo que hace de él un buen estratega, y astuto hacedor de tretas que salvan la situación cuando está en inferioridad de condiciones. Esto se muestra por ejemplo, al calcular la dirección del viento que desvía la flecha destinada a matarlo (21), o mejor, en el encuentro en el arroyo Beta, para el cual Manns se apoya en extensas citas del propio Popper, a su vez usadas por Boleslao Lewin.[11]Sin embargo, este afamado guerrero, ni se entera del ataque que sufre su campamento, pues inducido por el opio que consume regularmente, duerme mientras sus hombres enfrentan el ataque. El por qué Manns eligió hacer de Popper un opiómano, tiene que ver con otros aspectos de su personalidad que dis-
cutiremos más adelante.
Curiosamente, la especie de hombre que sigue obediente al “descubridor” o “conquis-tador”, está presentada en algunos de los capítulos más bellamente escritos del libro (Los titulados “La sombra de los hombres contra el ocaso”, III, y “Descripción de los soñadores de ciudades”, VI). Duros, pendencieros, desconfiados, estos hombres sufren aguda nostal-gia por un pasado más inventado que real:
Parecía que el presente les resultaba invisible, y sólo lo dejado
atrás resplandecía con toda la dulzura de lo que ya no mata, de lo
que ni siquiera puede herir, y era, por consecuencia, amistoso, ino-
fensivo, y a veces grato (29).
Confinados en las frías pampas del sur, en un oficio que requiere matar para sobrevivir,
ablandan su remordimiento en alcohol y violencia para “amordazar su conciencia” al saberse
a veces débiles y cobardes (57). Por eso se amarran a recuerdos que fijan en tatuajes y poseen “el arte de reconstruir ciudades […] posiblemente desaparecidas para siempre” (58):
Todos tenían cicatrices: algunos en los rostros, otros en
las manos, muchos en el cuerpo, no pocos en la memoria,
Los había también con abundantes cicatrices en el alma,
y era esa la rama del cicatrizal que dolía más (27).[12]
El afán de comprender más que acusar a estos hombres, se extiende a Julio Popper, mar-cado también por una imborrable cicatriz, por lo que no sorprende que el narrador vaya dán-
dole algunos calificativos que parecen suavizar su retrato: “jinete insomne” (46), “Desva-lido Rey de Tierra del Fuego” (11), “triste durmiente” (175), o “introvertido caballero ” (189), que invitan al lector, a no quedarse con una visión en blanco y negro del que también se describe como “hombre de nutridas paradojas (122), que se empeña en “cubrirse” (112).
Al contrario, de los soñadores de ciudades, Popper no muestra nostalgia de su país natal
y de su familia, enigmática excepción que pide explicación. El autor la encuentra en el intenso rechazo a su padre que lo marcó indeleblemente como judío, que habría generado en él un sentimiento de disminuida sexualidad, y lo habría impulsado a una permanente actitud defensiva, disfrazada de bravata. La apertura del secreto del enigmático hombre la recibe Drymis Winteri, la única persona que puede comprenderlo y amarlo, en páginas de fuerte dramatismo. Popper desde muy joven no sólo rechaza y desprecia a su padre, sino también al dios que se le ha impuesto:
Aquella maldita oración me ponía los pelos de punta. […]
Parecíamos un grupo de mendigos dando gracias por un
alimento que nadie nos había regalado. […] Cuánta muerte,
cuánta tierra, cuánta saliva, cuánta tinta gastada, para convencer,
para mantener agrupada a la tribu (255).
La figura del padre, representante en el hogar del dios que el hijo no acepta, es para él un ser
despreciable por lo sumiso y cobarde, que se cree “depositario de la verdad”. Juzgando los lazos familiares como “disfraces” de gente que en el fondo no se conoce, el joven reniega de ellos y de su “raza” para buscar su propio camino de “hombre libre”(257). La acusación más grave de Popper contra su padre la lanza por la circuncisión de que fue objeto al nacer, que lo signó indeleblemente como judío: “¿Por qué me marcaste a fuego para siempre como se marca a un animal, o como se castra a un toro para obligarlo a arar?” El joven piensa que su padre no puede admitir que su dios es un “dios castrador, como lo son todos los dioses, un dios que exige sangre y sumisión” (257).
A mi entender, la circuncisión es en la novela un símbolo que abarca mucho más allá del rito o del pueblo hebreo (el libro menciona tribus indígenas con un rito semejante, 108), para proyectar una audaz requisitoria a ciertas prácticas culturales que se imponen a niños y ado-
lescentes, sean éstas religiosas, racistas, nacionalistas o sexistas, que de una u otra manera abren vías que pueden convertirse en opresoras áncoras en el futuro.
Relacionado con el repudio a su familia, se halla otro secreto en la conciencia de Popper que le impide ser lo que desea. Ese secreto encierra también un rechazo que lo marcó tan in-
deleblemente como la circuncisión: Se trata de su primera experiencia sexual, y al parecer única, en que una prostituta tiene una violenta reacción en su contra al darse cuenta de que es judío.[13] Este rechazo tiene como consecuencia la impotencia sexual, o acaso una inclina-
ción homosexual.[14]
La importancia que se le da a la sexualidad en la novela, se presenta relacionada con el consuetudinario valor que se le ha otorgado al honor y al poder masculinos, probados tra-
dicionalmente en el sexo y en la guerra. La jerarquía que en casi todas las culturas le da supremacía al varón sobre la fémina, se representa en dos figuras que son víctimas del poder del hombre sobre la mujer: La madre de Popper es mujer pasiva, amedrentada, que se de-fiende del entorno descendiendo a una catatonia de tipo senil. La esposa de Carcamo, fue asesinada por adúltera, porque su marido no pudo resistir que se apocara su autoestima viril, prefiriendo a otro. Adúltera es también Marién, que junto con Drymis representa a la mujer independiente y fuerte, capaz de enfrentarse al varón, pero que no detenta el poder. Su adul-
terio, que causa el suicidio de su marido Max, a quien ella ama, resulta de manipuleos de Popper que la odia o le teme.[15] La novela así, diferencia entre sexo y amor, y muestra al hombre como esclavo de su miembro y de su honor, por los que puede llegar a matar o a matarse.
El honor está presente también en el caso de Drymis Winteri, cuya cultura ona celebra
la novela.[16]. Esta indígena que en comparación con otros personajes femeninos es más libre
y mejor dotada de recursos (es chamana, corre más rápido que el más veloz de los caballo, nada como un pez), no puede disparar flechas para defenderse, y debe diferir a su padre y a su hermano:
Drymis Winteri manifestó entonces que su raza no conocía el
odio pero sí el honor. Un selk’nam no atacaba jamás al enemigo
desarmado o en inferioridad de condiciones. El verdadero deber
de un selk’nam era proteger al enemigo desarmado. En cambio,
por las cuestiones relativas al honor, sólo el macho tenía facultades
para actuar en la hora de pedir cuentas, y por ese motivo [ella] no
utilizó el arco [cuando su hermano] se preparó para ajusticiar al
verdugo de su raza (46).
Que los onas, aún bajo el peligro de extinción practican sus principios, lo observa el sorprendido Popper que pudo ser muerto por ellos en una ocasión. La fidelidad de Drymis por Julio, por otro lado, pudiera ser leída como protección“al enemigo desarmado” puesto que teniendo el don de conocer ‘el corazón’ de ese hombre a ‘contraluz’ sabe de sus tribu-laciones y angustias invisibles para los otros. Por otro lado, el texto afirma el sentimien-
to ‘maternal’ en las mujeres: Pensando en Popper, Drymis se dice que no abandonará a su
“niño” que padece (253), y Marién lo considera “niño enfermo” (270).
No todo es nobleza en la historia de los selk’nam, sin embargo, como muestran las historias y mitos que Drymis cuenta de su pueblo. En las diversas etapas de su desarrollo
en que hay mucho de estimable, no faltan las notas sobre la violencia ejercida sobre la mujer. Así, por ejemplo, después de una época en que por haber más mujeres que hombres ellas gobernaron, sucede una de “supremacía de los hombres”, en que a una mujer “en falta” a su pueblo o marido, era castigada con una violación colectiva realizada por todos los hombres del grupo (107).
La frecuencia del fenómeno de la violación en la historia, contribuye a la desmitificación que se va haciendo de idealizadas civilizaciones antiguas y modernas, y va apuntando a un
momento crucial del fin de la narración, como se verá. Esa desmitificación llega a un punto
máximo en las páginas dedicadas a los escitas, pueblo inventado, que reúne características
admirables para Popper, ávido lector del libro que habla de ellos. Los escitas, gente nómade
de las estepas siberianas, magníficos jinetes ecuestres y guerreros habrían “encarnado un destino original y propio”, caracterizado por su libertad:
Encarnaron la belleza salvaje y fuerte, un arte de vivir
despojado de la menor concesión. Los escitas no
tenían rodillas y por ello les era inconcebible, un dios
un rey, un amo, un jefe, un caudillo, un papa (177)
Este pueblo, que encarnó “el rechazo de toda posesión”, exceptuaba sin embargo, el acto de la violación (177). Por esto consideraban un crimen “abandonar a la mujer del enemigo sin violarla”. Para ellos, la violación, la toma de posesión del cuerpo del otro, así fuese un niño, un anciano, un adolescente […] o una mujer” constituía un “un goce extremo” un “placer insondable” porque, “ lo violado no olvida jamás” (92).
La recurrencia del motivo de la violación apunta no sólo a las rasgos ‘bárbaros’ de toda cultura, sino que además a hechos centrales en la vida de Drymis Winteri. Atacada a los 13 años por un estanciero alemán, salva su virginidad arrojándose al océano desde el barco que los lleva a Europa. Para la joven, la experiencia es tan traumática que su cabello se torna blanco desde entonces, por lo que se la apoda “la mula blanca”.[17] No obstante, Drymis no puede escapar de la brutal violación causada por la traición de Julio Popper quien la vende a un libidinoso gobernador, para no perder en sus intereses (276).El acto vejatorio se silen-cia, pero el regreso de Drymis de la cabina del malhechor, frente al culpable Popper, llena ese silencio con su pathos:
Cuando ella aparece […] las ropas marchitas, el pelo revuelto, la
mirada perdida, la sombrilla anaranjada cerrada como un sol que ha
bajado los párpados, ninguna sonrisa puede iluminarse ya, ninguna
boca grita, el instante es otro instante, es un instante demasiado tarde.
Parece no verlo, y es cierto que no lo ve, y él no la reconoce en esa
otra, desgreñada y confusa, maltratada a más no poder por la descor-
tesía de un apetito bastardo, un hombre animal que no conoció ninguna
represa (285).
En silencio entonces, termina una profunda relación de amistad (para él) y de amor (para ella), pues Drymis no responde a la petición de “una palabra de consuelo” que Popper le pide.[18]
La cuestión que la novela invita a debatir después de este final, gira alrededor de Julio
Popper y su “verdadero destino”. En una de sus primeras conversaciones con Drymis, el
rumano le dice: “ he corrido mucho mundo en pos de un proyecto que diera sentido a mi
vida”, y cree haberlo hallado en Tierra del Fuego (48).. Mucho más tarde, cuando ella intu-
ye la traición por venir, piensa que no puede salvarlo porque era “allí en ese punto que lo esperaba su verdadero destino”. Según Drymis, hasta ese punto, “el corrió tras un destino falso, un destino imaginario e imaginado” (275). ¿Cuál es ese destino verdadero? Las am-
biguedades del personaje sugieren más de una respuesta a las preguntas que formulan el na-
narrador y el lector. Por ejemplo: ¿ Su labor de explorador y hombre de empresa está apo-yada de verdad por el carácter fuerte que se le atribuía? Si este carácter existió ¿cómo cabe en él la traición final? ¿O, es este cobarde acto final el verdadero medidor de su carácter?
Las contradicciones de Popper, que lo hacen inolvidable como un personaje literario, se dan en varios niveles y aspectos. Si por un lado rechaza la religión judía, y con ella a su raza y a su familia, ¿como se explica que escriba a T. Herzl, autor de la política sionista de crear un estado israelita?. Esta pregunta se la hace el narrador, conjeturando que quizás Popper piensa que la Tierra del Fuego puede ser el espacio buscado para realizar tal pro-
yecto (200). Tampoco esta aproximación a Herzl se compadece con el hecho histórico, que registra la novela, de que el ingeniero se afilió a la masonería argentina, aunque sabía que su hermano Max se hizo miembro de la Congregación Israelita en Buenos Aires (111).[19] El afán de rebautizar los lugares que ya tienen nombre, aparte de ser modo de homenajear a los poderosos o autohomenajearse ¿es solo afán de gloria? ¿o manera de eternizarse en el tiempo como si esos nombres fueran los ‘hijos’ que no puede tener?
Por otro lado, Popper (el histórico y el novelesco) gusta escribir, y sus artículos y discur-
sos muestran el uso de tropos y otros elementos retóricos para provocar diversos sentimien-tos en el lector (sorpresa y admiración, sobre todo). ¿Pudo ser el oficio de escritor el cami-no más congruente con su verdadero yo?[20]Desde otro ángulo, este hombre concibe la li-bertad como la oportunidad de poder asumir el miedo y la cobardía (159). ¿Las asume él, o todo lo que ha hecho es precisamente para esconder sus debilidades? Drymis cree que “los remordimientos” mataron a Popper (290) ¿Cuáles remordimientos? Porque se trata no sólo de haber vendido a la mujer que una vez le salvó la vida, que lo comprende y lo ama, sino de la bajeza del acto de inducir a otros hombres al lecho de la esposa de su hermano, sin contar la matanza de indios, y su afán de codearse con los poderosos para enriquecerse.
Al describir a Popper esperando el regreso de Drymis de la cabina de su violador, único momento en que se lo ve conmovido hasta las lágrimas, quizás por haber manchado su con-
ciencia “con algo que era otra cosa que sangre”, el narrador agrega una serie de preguntas que señalan en la dirección de hombre dividido entre su ser íntimo y el ‘externo’:
¿Reflexionó en algún momento acerca del sentido y la calidad?
de su relación con Drymis Winteri, y esta reflexión eran lágrimas
de humillación, de amor propio herido hasta el epicentro solamente?
¿O lágrimas por su vida borrascosa detenida bruscamente allí […]
puesto que nunca más volvería a ser el mismo hombre […]
¿O fingiría que continuaba siendo el mismo que era hasta el
día anterior, pero que tal vez, a juzgar por la nueva experiencia
vivida, nunca había sido sino externamente? (281).
El narrador termina el capítulo con más interrogaciones sobre el valor que para Popper pudo tener su relación con Drymis Winteri, deteniéndose en especial en la “lealtad sin falla” de la
mujer, y en su “pureza”, rasgos que claramente, por contraste, rebotarían sobre él (282)..
La división del yo nos acerca a la relación con Freud que agudamente señaló Coloane en la novela. Las diversas preguntas expuestas, de por sí, se colocan en el área de la psicología del personaje, por lo que es válido explorar más esa área con la ayuda de Freud. Para el caso de Popper, me parecen pertinentes los estudios titulados “The uncanny” y “Dostoiewsky and Parricide”. Como es sabido, después de repasar los variados sentidos de los términos “heimlich” y “unheimlich”, Freud, ayudado por una afirmación de Schelling, concluyó que esos vocablos encierran dos ideas diferentes, pero no contradictorias, base sobre la cual construyó su hipótesis sobre lo “uncanny” (99).[21] Para Shelling,‘umheimlich’; es el nombre de todo aquello que debió permanecer secreto y escondido (199), frase muy apta para la novela de Manns, si se recuerda que comienza con el título “Nada se puede esconder”, en referencia al Popper judío, hecho que el personaje quiso ocultar.Llevado por Shelling y sus propias observaciones, Freud concluyó que lo “uncanny” procede de algo familiar que ha sido reprimido (224), e ilustra su hipótesis con casos de represión infantil, que reaparece más tarde, en especial en el complejo de castración (225-226). En la novela, sólo sabemos que desde “pequeño Juliu fue sometido a la más estricta educación según la tradición hebrea asquenazi” (12). Sí conocemos, no obstante, el enorme impacto que tuvo en él su primera experiencia sexual, que disparó su enfrentamiento con su padre, y el abandono del hogar.
En “Dostoiewsky and Parricide”, a pesar de la exagerada similitud que Freud traza entre autor y personaje – materia tan difícil de probar – algunas reflexiones se adecuan a la ex-
ploración de la psiquis del Julio Popper novelesco. Pensando sólo en los personajes del ruso, por ejemplo, el efecto de la ausencia de amor que puede originar una carencia de aprecio emocional por otros (235).Una secuela del odio al padre severo y el deseo de su-
primirlo, es, según Freud, el complejo de Edipo (242), que sin duda, hace pensar en Popper. Si en el estudio de Freud, el anhelo de matar al padre se reprime por miedo a la castración, en el caso del rumano, la eliminación se hace simbólicamente al separarse de él para siempre. A su vez, el miedo a la castración puede hallarse en su incapacidad para tener relaciones sexuales. Freud halla en este tipo de personaje, además, un factor bisexual cons-
titutivo que fortalecería el complejo, y devendría en latente homosexualidad (242), rasgo que se transluce en la caricia que Popper hace al miembro del indio muerto.
Por otro lado, siguiendo con el dictum freudiano de que lo ‘siniestro’ (o lo incómodo, lo
terrible que da miedo) proviene de lo familiar reprimido, sabemos que Popper odió la pasi-
vidad y la cobardía de su familia, que el asocia con lo judío. Sin entrar en lo justo o injusto de esta percepción, estas características son el elemento castrante para él –simbolizado por la circuncisión - por lo que se traza una vida en que tiene que probar lo contrario a esas debi-lidades.
Como se dijo al principio la persona histórica fue un judío, y al parecer sí ocultó este hecho en su vida adulta en Argentina. En la novela, el acto de ocultamiento lo justifica el mismo personaje al argüir el hecho cierto de que en la época (Rumania de fin del siglo XIX), había estrictas prohibiciones contra ellos, y se les confinaba en ghetos (51). La continuación de esos prejuicios, la ha confirmado la historia europea posterior. Por esto me parece importante recalcar que en el libro la pertenencia judía de Popper es un símbolo que
abarca a todos los seres que por variadas circunstancias se sienten prisioneros de marcas no elegidas, sino impuestas por la realidad social. En el capítulo XXIX, titulado “El mismo es un pozo al que tiene miedo asomarse” en el cual Popper cuenta a Drymis del rechazo de la
prostituta y del por qué abandonó no sólo a su familia sino Europa, se insiste en este motivo:
una noche no me sentí viejo como en muchísimas noches de mí
infancia y de mi adolescencia, esas innobles edades confusas donde
no nos asiste ninguna certidumbre, si se excluye el hecho de que cada
vez más y con mayor rigor, sabes que te encuentras poseído por los
innumerables demonios de tus propios mayores por una asquerosa
sarta de supersticiones más o menos malignas e inexplicables que
hicieron un hueco en tu vida para enquistarse sin que tuvieras la menor
posibilidad de rechazar aquella arbitrariedad (250).
Atrapados por prejuicios heredados de sus padres y de su entorno, han vivido los negros, los indios, los homosexuales, y muchos otros con variados grados de intensidad de efectos en sus vidas.El aislamiento de los individuos o de grupos, sea como medida de protección, o
sentimiento de superioridad, como ha sido el caso de los colonos que siempre se separaron de la población nativa, contribuye a disminuir sus posibilidades de aprendizaje de modos
diferentes que puedan debilitar o fortalecer los rasgos culturales que impiden o ayudan a la
convivencia, sobre todo entre individuos diferentes.[22] A mi modo de ver, Popper quiso desa-fiar al mundo que, según sus deseos, impedía su autorrealización.Parafraseando al Lucifer de John Milton, prefirió vivir en el infierno que servir en el cielo.[23]Pero claro, el infierno no satisface tampoco, sólo trae pena y dolor, de ahí que a pesar de la riqueza y el poder que logra, tiene que fumar opio para descansar su más íntima conciencia.
El hecho de que la novela sugiera tantas interrogaciones, aunque no se den las res-
puestas para ellas, es rasgo de la gran literatura. Porque no cabe duda de que al llamar la atención sobre esas ‘marcas’ prejuicios, se acentúa la importancia de abrirse críticamente a las diferencias de raza, nacionalidad y religión, que daría la capacidad de comprender, entre
otros problemas, que bajo fachadas agresivas hay ignorancia, pero también corazas que ocultan miedo y vulnerabilidad.El conocimiento de ese miedo y vulnerabilidad en uno mismo y en los otros, quizás sea un senda para una vida mejor, como sugiere el epígrafe que abre la obra:
Uno de los caminos seguros que conducen al futuro
verdadero – porque también existe un futuro falso –
es ir en la dirección en que crece tu miedo.
Milorad Pavic, Diccionario Jázaro.
OBRAS CITADAS
Ansel D., Bernard. “European Adventurer in Tierra del Fuego: Julio Popper”, Hispanic
American Historical Review, v. 50, 1970: 89-110.
Lewin, Boleslao. ¿Quién fue el conquistador patagónico Julio Popper?, Buenos Aires:
Editorial Plus Ultra, 1974.
Popper conquistador patagónico: sus hazañas, sus escritos. Buenos
Aires: Editorial Candelabro, 1967.
El explorador argentino Julio Popper y la Sociedad Geográfica
Rumana. La Plata, 1960 (panfleto, no trae nombre de editorial).
Coloane, Francisco. El guanaco blanco. Nafarroa: Txalaparta, 1999.
________________ “ Tierra del fuego” en Cuentos completos. Madrid: Alfaguara,
1999: 307-338.
Epple, Juan Armando. Patricio Manns: actas de un cazador en movimiento. Santiago,
Chile: Mosquito Editores, 1991.
Freud, Sigmund. Writings on Art and Literature. Eds. Werner Hamacher y David. E.
Wellbery. Stanford: Stanford University Press, 1977.
Manns, Patricio. El corazón a contraluz. Buenos Aires: Emecé Editores, 1998.
Milton, John. Paradise Lost (book I, 263). Literature Online.
Pigafetta, Antonio. Magellan’s Voyage Around the World. Ed. James Alexander Robertson,
v. I, Cleveland: The Arthur H. Clark Com. 1906.
Resumen/abstract
La matanza de indios onas realizada por Julio Popper en Tierra del Fuego, es la base histó-rica en El corazón a contraluz para trabajar el tema ‘civilización versus barbarie’ e ilustrar cómo conquistadores y colonizadores de todos los tiempos han usado la primera noción como pretexto para cubrir la brutalidad de sus acciones. El microcosmos creado en la novela que reúne indios y europeos de toda laya, es terreno fértil para examinar tradiciones culturales que pueden ser obstáculo para el desarrollo de la identidad individual y colectiva, con miras a una vida de paz y de respeto con el ser diferente. El hecho de que el Popper histórico haya mantenido en secreto su origen judío sirvió a Manns para crear un personaje complejo que desea construir su propio destino, liberado de las imposiciones familiares y religiosas contra las cuales se rebela. A través de la figura de Popper, este ensayo intenta mostrar que más allá de la historia de violencia que se narra, el lector hallará temas univer- sales – amor, sexo, muerte – con profundas implicaciones que agregados a la calidad de la prosa, enaltecen el valor artístico de la obra.
In El corazón a contraluz, Patricio Manns uses the killing in Tierra del Fuego of Onas indians by Julio Popper during the closing years of the 19th century to explore the theme of ‘civilización versus barbarie’ in a meditation on how the former has been used as a pretext to justify nefarious acts committed in wars of conquest and colonization. The microcosm of the novel in which Indians and Europeans from different countries rub shoulders, offers fertile terrain for examining cultural traditions that can be obstacles to the development of individual and collective identities needed for living in peace and respect for others. The historical fact that Popper kept secret his Jewish origin, inspired Manns to create a complex character who wants to shape his own destiny liberated from family and religious obligations against which he rebels. Through the study of the main character, this essay shows that beyond the story of violence, the reader will find universal themes - solitude, love, sex and death, that added to the fine prose, enhanced the
[1] “Libro asombroso, que nos transporta a las antípodas de nuestros antiguoas parapetos” dice Eric Deschodt en Valuers Actuelles (6/12 de abril, 19960). Para Jean-Luc Coatelem es un libro “feroz” “empapado de una opaca poesía siempre inquietante” (Figaro Magazine (marzo 16, 1996). Pierre Sempé opina que es una novela “ardiente y sangrienta, fogosa y fantástica” en la que el lector comparte con los personajes dudas e interroga-cioes (Etudes, abril, 1996).. Manns compartió con John Berger y Pierre Peju el Grand Prix Rhone-Alpes del
mejor libro en la categoría de literatura del año 1996.
[2] Citado por Fréderic Vitoux en “Les mots de feu´en la sección Libros de Le Nouvel Observateur 7, 13, marzo, 1996.
[3] Julio Popper ha sido imán inspirador de un nutrido número de páginas – en historias, periódicos y obras de
ficción -. Es también personaje en el film italiano Tierra del fuego, basado en el relato homónimo de Francisco Coloane. Entre los que han escrito sobre él, además de Coloane, se encuentran los argentinos José Alvarez (Fray Mocho), Roberto Payró y el chileno Domingo Melfi. Sobre esto, consultar Popper: un con-quistador patagónico: Sus hazañas, sus escritos de Boleslao Lewin.
[4] Al parecer, puede haber existido más de una persona ‘real’ para este personaje. El autor nos ha escrito que Drymis Winteri fue inspirada por una joven indígena de la tribu selk’nam, recogida por una misión anglicana donde aprendió inglés. Fugada de la misión, fue capturada por salecianos con los cuales aprendió el francés. Fugada de nuevo, es capturada por un estanciero alemán, que la llevó a Europa por algunos años donde aprendió alemán. El conocimiento de varias lenguas indígenas, agregadas a las europeas, hacen de esta joven una Malinche, sin las connotaciones, en la novela, de la traición que se le atribuye a la mexicana. Nos referire-
mos más adelante a la ona que aparece en un escrito de Popper.
[5] La faz de escritor la proyecta la novela sobre todo en los capítulos XVII y XXVIII apropiadamente llama-dos “Homo textual I” y “Homo textual II”, respectivamente, donde deja oir la voz de Popper en extensas citas.
Una desmitificación del Popper histórico la realiza Bernard D. Ansel en “European Adventurer in Tierra del
Fuego: Julio Popper”. Este autor, sin embargo, exalta la escritura del rumano.
[6] En El explorador argentino Julio Popper y la Sociedad Geográfica Rumana, Boleslao Lewin muy preocu-
pado por la imagen estereotipada del judío “que sólo sabe ser comerciante o profesional, por ende, es un inmigrantes indeseable” desea mostrar con Popper un individuo diferente, “intrépido explorador”, “osado aventurero”, “agresivo jefe militar”, “prepotente señor feudal” (6), que es lo que hace en sus varios libros sobre el rumano.
[7] Véase al respecto, la anécdota que cuenta Popper en “Homo textual II sacado del artículo que denominó “Jujuy”, que revela el desprecio y asco que le produce un anciano indio, al que le hace una burla cruel. El
artículo lo reproduce L. Lewin en Quién fue el conquistador patagónico Julio Popper (353-366).
[8] El narrador explica que los estancieros que compraban las orejas, sabiendo que el indio moría desangrado,
aceptaban el subterfugio de “que los cazadores de orejas no estuvieron nunca obligados a matar” (31). Estos
cazadores, todos de la ‘civilizada’ Europa, son ignorantes y supersticiosos. Véase, por ejemplo, la manera de curar heridas que tienen los que vienen de Inglaterra (63).
[9] En general, Manns hace paráfrasis del texto de Pigafetta, pero también inserta citas puntuales de ese escrito (59, 74, 76).
[10] La novela le niega el sobriquete de “descubridor” al Drymis arguir que a pesar de que Popper se alaba a menudo por haber descubierto lugares que se empeña en bautizar, la verdad era que los lugares ya habían sido ‘descubiertos’ y bautizados por los aborígenes mismos..
[11] La treta consiste en vestir muñecos como soldados, ardid que es viejo en las batalla, que Popper dice in-ventó.. Cotejando con Popper un conquistador patagónico, de Lewin, las citas de escritos de Popper que usa Manns sonexactas y se dan entre comillas como en las páginas 127, 134, 135. A veces parafrasea el discurso del rumano (137) y en ocasiones las inventa, como sucede con un Diario que Popper supuestamente escribió (191). Las citas más extensas vienen de un artículo de Popper titulado “Carnaval etnográfico en Tierra del Fuego” (219-222), que Manns usa para ridiculizar la imagen que Europa tenia de los indios (serían antropo-fagos) aprovechada por un actor para hacer dinero En este fragmento abunda la paráfrasis, se cambian palabras de las citas, que a veces llevan comillas y otras no..
[12] Esta nostalgia, llamada “recuerdo enfermo” por el narrador (61), se relaciona con la provocada por el exilio, que el autor conoció por 17 años, y quizás sea la espuela que empuja el lirismo de estas páginas aunque estén dedicadas a individuos que viven del crimen y del robo.
[13] Max Popper, hermano de Julio, sufre una experiencia semejante con Marién, quien se burla de su pene.
[14] Popper es incapaz de responder a las caricias de Drymis. Por otro lado, al ver el hermoso cuerpo muerto del hermano de la india, acaricia su miembro, avergonzándose de ello..
[15] El Max histórico, murió de tuberculosis a los 23 años.En la novela, Julio Popper insinúa a su capataz y a otro hombre que cortejen a Marién, quien pasa muchos días de soledad mientra su marido viaja.
[16] El trabajo creador de Manns sobre este personaje se ilustra al comparar la figura de la ona que aparece en los escritos de Popper. Allí una india, a quien llama “Jettatore”, “cansada de su vida salvaje” (todo lo contrario de Drymis) se quedó en El Páramo como única mujer. Según el rumano, la india “en noche oscura no era pre-cisamente fea” por lo que el gobernador quiso poseerla. La mera mención de“floretes” y un maestro que le enseñaba al gobernador a usarlos, dio lugar a la invención del dramático duelo entre el gobernador y Popper con que termina la novela. El retrato de la india, llamada “la mula blanca” por el color de“algunos” de sus cabellos, está bajo el título “La mascota” en Quien fue el conquistador Julio Popper (351-353) de Lewin.
[17] Francisco Coloane publicó la novela El guanaco blanco, con episodios en que aparecen Julio Popper y varios de sus hombres. También utilizando datos proporcionados por Boleslao Lewin, Coloane transcribe las palabras de Popper que aluden a la india que los hombres llamaban “la Mula Blanca”.(120).El libro de Coloane, menos que novela, es mas bien una colección de anécdotas e historias no muy bien unidas sobre la región, y en él la india no alcanza la altura que llega a tener la Drymis de Manns..
[18] La palabra“Fin” en el capítulo XXXII, para mi gusto, concluye la novela, en forma magnífica. Por esto, el XXXIII que narra la muerte del personaje histórico quizás debió llamarse “Epílogo” o eliminarse. Sobre mi opinión, no obstante, puede defenderse la inserción del XXXIII con sólidas razones. Por ejemplo, políticamen-
te, se puede ver la importancia de hacer aparecer otra vez a Drymis, esta vez combatiendo junto a un guerrille-ro que defiende a los onas. Entiendo también que la muerte del personaje histórico y el homenaje que le rinde el discurso de Lucio Vicente López exaltando sus virtudes (hecho histórico, citado in extenso)), era excelente ocasión para burlarse de la hipocresía de los poderosos y de este tipo de rito. La diferencia entre el mito y el Popper histórico se evidencia en el trabajo de Ansel que prueba cómo las labores del rumano fueron más mercantiles que de exploración, con prácticas injustas hacia sus trabajadores (no les paga), y con deudas que
después de su muerte generaron más de 17 litigios a su sucesión.
[19] En la novela, el hacerse masón, habría sido acto de venganza de Julio contra su hermano por este acto..
[20] Según B. D. Ansel, Popper llegó a ser una figura literaria e intelectual respetada en Buenos Aires (102). En el capítuloXVIII de la novela, titulado “Con el signo de fuego del infierno”, Manns inventó un encuentro en Paris entre Rimbaud y el joven estudiante Popper, que admiraba los versos del francés. Aunque el narrador insiste que el rumano nunca escribió poesía “porque revela demasiadas cosas del poeta” (156), puede colegirse que la literatura lo atrae poderosamente, y que de Rimbaud pudo venir su sed de aventuras, o su adicción al opio.
[21] Uso la palabra inglesa porque me baso en la traducción inglesa de Freud, y es la más repetida en los estudios literarios. La traducción del término al castellano ha sido variada: siniestro, inquietante, sospechoso,
incómodo, extraño, entre otras, utilizada sobre todo en los estudios del “fantástico”.:
[22] La novela menciona el caso de los alemanes en el sur de Chile que “constituyen una sociedad aparte”
afiliada más tarde al nazismo ideológico (95).
[23] La alusión al Paraíso perdido no es inoportuna pues Popper eligió poner al frente de su establecimiento la
frase del Dante que abre el Infierno: “Lasciate ogni speranza voi ch’entrate” (71).
viernes, 4 de julio de 2008
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