viernes, 4 de julio de 2008

Acerca de crímenes justicieros, Doctora Estela Saint André

Acerca de crímenes justicieros
En obras de Carlos Droguett y Patricio Manns[i]

Doctora Estela Saint André
Universidad Nacional de San Juan, Argentina.

En la década del 70, el escritor Carlos Droguet presenta la novela Todas esas muertes en la que narra la vida de un asesino serial que vive y muere en Valparaíso a principios del Siglo XX. En 2004, Patricio Manns, también chileno, edita La vida privada de Emile Dubois que no sólo relata las peripecias del mismo personaje, sino también las de su lectura y re-escritura de la novela de su conciudadano.
Si revisamos las obras anteriores de Carlos Droguett[ii], encontramos una clara reincidencia en los títulos a hechos violentos: Los asesinados…, 60 muertos en…, 100 gotas de sangre. También en las posteriores: El cementerio…hasta llegar a su última novela póstuma Matar a los viejos con la que cierra una literatura dolorosa, desgarradora y sangrienta.
No sólo podemos intertextualizar ambas novelas conectadas ideológica y temáticamente, sino que también se observa que los autores sufren el exilio por la tiranía pinochetista; que Manns se expresa como un ferviente admirador de Droguett y que las novelas aparecen en períodos y en gobiernos democráticos precedidos por duros conflictos sociales. Este último hecho corrobora que la escritura latinoamericana no ceja en el hecho de bucear en el pasado y reclamar la perseverancia de la memoria, en guardia ante el peligro de nuevas escaladas despóticas e injustas.
Pensar la violencia en América Latina a partir del imaginario literario nos obliga a situarnos ética, estética y políticamente en distintos contextos que propician tomas de decisión narrativas iluminadoras de cambios en el pensamiento latinoamericano actual.
Después de preguntarnos el porqué de la ocurrencia de Manns de reactualizar lo ya escrito por Droguet en la misma editorial, hicimos un prolijo análisis de ambas novelas, que desde una perspectiva semiótico pragmática, relevamos estructural, semántica y pragmáticamente. En esta ocasión damos cuenta de las conclusiones a las que llegamos. Coincidentes en el avalamiento de la violencia, las dos propuestas, que comparten la misma temática, diferencian absolutamente el diseño, la referencia contextual e ideológicamente proponen instructivos distintos a sus lectores, ya que los treinta años transcurridos exigen una acomodación a nuevas instancias reflexivas.

El escritor y el asesino
Droguet comienza y termina la obra homologando el hacer del artista creador con la de un famoso criminal. Identifica la raza de los que hacen arte con Caín, leído como “el vilipendiado, el desprestigiado, el condenado sin proceso, el hombre que inventó la ciudad y la izquierda política”[iii] y que llega al crimen (la obra) después de “un largo proceso de soledad y destrucción” iniciado por la arrogancia de Abel, “el rubio, el privilegiado, el elegido, pagado de sí mismo y ególatra”.
Este imperativo, ser un buen escritor o un eficaz asesino, encuentra en la figura de un personaje histórico que vive y es ajusticiado en Valparaíso, el actor con el cual identificarse y drenar (sublimar), en el acto de narrar, la indignación e impotencia por la injusticia.
La identificación escritura-arma sabemos que no es nueva entre nuestros escritores.
Louis Amadeus Brihier Lacroix -el verdadero nombre del famoso delincuente, entre otros nombres conocido también como Emilio Dubois- nace el 27 de Abril de 1868, en el pueblito de Etaples, en la Costa de La Mancha, Francia.
Según datos extraídos por los escritores del sumario, de crónicas de la época y de una obra citada de Tagle y Morales de 1907 (La Verdadera Historia de Dubois), parece que queda huérfano de madre al nacer y es criado por los abuelos maternos. En otras fuentes este hecho es diferente. Cuando tiene 14 años muere su padre, herrero, sastre, tabernero y tal vez aspirante a novelista, dejando viuda a su esposa, una costurera. La figura paterna siempre está desdibujada y aparece como despreocupado de su hijo o realmente es un escritor talentoso y de renombre muy ocupado por su trabajo. Este hecho puede explicar la capacidad de planificación de los ajusticiamientos alimentada por el seguimiento de la vida de asesinos famosos como John Williams, asesino serial inglés de principios del siglo XIX y que considera su ídolo.
El principio de la carrera delictiva lo presenta como asaltante de bancos, y como consecuencia iniciando una fuga exitosa por España donde posiblemente se destaca como actor y “estrena” su primer asesinato. Aparece por Inglaterra donde deja rastros como falsificador hasta llegar a Panamá y después pasar a Venezuela, Colombia, Ecuador y Bolivia, con los mismos quehaceres hasta terminar a los 38 años en la Cárcel de Valparaíso. A Dubois se le fusila a los 39 años por los asesinatos de Ernesto Lafontaine, comerciante francés; Gustavo Titius, empresario alemán; Isidoro Challe, comerciante francés; y Reinaldo Tillmans, comerciante inglés, todos cometidos entre 1904 y 1906, pero se sospecha que la lista puede ser mayor. Lo fusilan pero él nunca reconoce las muertes y se documenta que hay otro Emile Dubois en Francia y que podría ser éste el verdadero asesino y él un mitificador. Manns[iv] registra que antes de morir declara que "ustedes me consideran un asesino, pero para el pueblo seré un santo".
Está enterrado en el Cementerio de Playa Ancha, sobre el Pacífico, y se ha convertido en una “animita” –un santo popular considerado muy milagroso- a la que hasta hoy nunca le faltan flores y placas.
El imaginario aportado por Droguett pone en la construcción del personaje, dotado por él de una “dignidad esencial”, argumentaciones que por supuesto tienen que ver con sus propios fantasmas: la víctima elegida es alguien que a su vez carga muerte: “no sólo muere el asesinado sino también el asesino”. Por lo tanto, rige la ley del talión en su imaginario.
El Dubois de Droguet planifica los crímenes como un novelista y por lo tanto el lector debe fluctuar entre la supuesta vida histórica narrada y el punto de vista aportado por el escritor que se plasma con mayor fidelidad que a su personaje al que por ejemplo hace admirador de Martí y de Cuba como él. (26-27) y llega a identificar con un Cristo justiciero (33, 112) y a alguien consustanciado con el potente mar (como todos los chilenos) y que le cede su poderío para actuar (escribir-matar) (68-69).
Excepcionalidad, maestría, pasión puesta al servicio de otra de las obsesiones del autor: “si he de hacer algo, lo haré contra los avaros y los viejos, no romperé ninguna juventud” [v](25)
Elige que su actor mate siempre con las manos, ahorcando; con el mismo trabajo que una partera tiene para sacar a la luz la vida que respira, él lo saca a la muerte, ahogándolos.
Este Dubois se excusa de los hechos porque él solo mata a quienes ya están muertos: “elige pura gente desesperada para matarla” (179) y en cambio es incapaz de matar una mujer o un pobre”. Él, como todo escritor, busca sus personajes pero en una acción inversa los llena de silencio (252), mientras Droguet rescata el personaje de la muerte y lo llena de palabras.
Este “místico de la crueldad” (260) de Droguet encuentra sentido a la vocación de su vida mezclado casi en el desenlace con una turba de obreros que peticiona[vi] y allí hace un balance de vida despreciando su accionar individualista y presuntuoso que hubiera podido engrandecerse al servicio de los humildes:
[…] de repente me dan deseos de empezar. De inventarme joven de nuevo y convertirme en otro asesino, no en un experto, un artista, un egoísta, como lo he sido y lo reconozco, sino en un servidor, en un auténtico malvado utilitario.
En el parlamento del personaje se expresa la pragmática de la escritura de Droguet: la invención al servicio de la liberación. Sin embargo, esta iluminación del personaje no logra autocondenarlo sino que se siente exonerado de toda culpa.[vii]
La propuesta, que alcanza tanto al personaje como al narrador inscribe la novela en el compromiso. No es justo ser un trabajador para sí mismo, un asesino-escritor solitario, sino que hay que convertirse en un asesino-escritor vengador del pueblo que lo necesita, en un revolucionario. El final reúne en el estilo de Droguet de un fluir simultáneo de tiempos y espacios la cárcel, el próximo ajusticiamiento, la seguridad de que sus crímenes serán reinvindicados, el terremoto del 16 de agosto de 1906, el derrumbe de la cárcel y el encuentro con el poeta Carlos Pezoa Véliz con el que cierra un pacto “de amistad, de complicidad, de horror, de duelo, de sufrimiento, de angustia, de esperanza y desesperanza” (376) ya que ambos hubieran querido vivir la vida del otro, deseo que el autor reactualiza con la novela que leemos que ética y estéticamente avala que con la escritura se puede matar y poetizar al mismo tiempo si se lo hace en nombre de la justicia de los desposeídos.

El Emile Dubois[viii] de Patricio Manns[ix]
El mismo título ya señala diferencias con respecto a Droguet. Todas esas muertes es un sintagma nominal en el que se lee además de la referencia a distintas clases de muerte sobre las que trata la novela (las del poder/ las del individuo), un tono grandielocuente y pesaroso. En cambio en La vida privada de E.D. la elección del antónimo VIDA frente a MUERTE señala un cambio de timón. Además, la predicación “privada” lo dota de una ambigüedad muy sugeridora. Por un lado tienta con la expectativa que promete atender a hechos no públicos, como efectivamente cumple al relatar pormenorizadamente, por ejemplo, episodios eróticos del protagonista. Pero además podemos reinterpretarlo como “la privación de la vida” ya sea de o por E.D.
La escritura de Manns es más ágil, está presentada en treinta y siete capítulos breves, que preanuncian un guión cinematográfico, como esta época de la imagen vertiginosa reclama.
El estilo es entusiasta, intenso. Desde la dedicatoria justifica ciertos crímenes como “tenebrosos actos de justicia”. Desaparece todo amago de pesadumbre narradora. Se iluminan rasgos de la intimidad del protagonista que fusiona crimen y sexo en armónica exaltación; el lenguaje llega a la procacidad, el crimen es una demostraciön de virilidad. Se describen espacios y situaciones con humorismo y como el bar “La Santa Sed” , el prostíbulo “El dedo sin uña” o la puesta en escena de la obra “Currículom mortae”; la titulación es ocurrente. Los modos de asesinar difieren con los del sumario (estilete) y el ahorcamiento de Droguett. Prefiere improvisar por ejemplo una guillotina con la que transporta el ideario de la revolución Francesa. Emilio estudia a sus víctimas como sabemos que hace Manns con los personajes históricos que recrea. Cambia los nombres de los actores que lo acompañan (las amantes Léa, Gioconda, y Francesca; los asesinados son acá Gaspar Janvión, Bernard Levy, Lotar Shneider, Marcel Daverot y agrega a Omero Culointesta, autor de las masacres de 1903 y 1905 en Valparaíso, y en cambio, sintetizadas, relata otras escenas donde leemos a Droguet hasta llegar al colmo de la transcripción exacta. La estructura, si bien tampoco es lineal, expone una trama más simple de seguir que la novela de su compatriota.
La instalación frente a la muerte es la de un profesional. Manns profundiza más la vena de actor de Emilio y cada suceso es presentado como una puesta en escena (136)
Él no mata a cualquiera, él ejerce una forma de justicia que tiene que ver con los problemas reales de este país. Tanto usurero, tanto comepulmones, tanto inescrupuloso robando y castigando un pueblo que los ha recibido con fraternal amistad. Tanta prepotencia contra el pobre. Tanto chuparles la sangre a los que no tienen nada. Emilio es un idealista, un verdugo profesional, pero no un asesino.

Frente a la revuelta obrera su parlamento es más contundente y justificador de sus acciones:
-Aquí tienes la muerte institucionalizada, la muerte que estos gobiernos de mierda siempre dan a sus pueblos. ¿Por qué criticas mis métodos si estos regímenes canallescos que los gobiernan a ustedes también los emplean? Pero por supuesto –añadió calmándose- de una manera más cobarde, más sucia, más generalizada
[…]
-La inquietud social no se sueña, se practica. Se necesita advertir a los poderosos, así como ellos nos lo advierten hoy día que el pavor social es algo que puede alcanzarlos a ellos tarde o temprano.
[…]- Sólo así se resuelve el problema de unir la acción a la palabra. (165-167)[x]

El libro se cierra en este caso narrando pormenorizadamente el juicio y el fusilamiento del reo y deja abierta la polémica de si es justo que haya en nuestros países “la repelente tesis de las dos pesas y de las dos medidas” (200)
La crítica no duda de la excelencia de la obra, pero no adhiere a la defensa del criminal. Este es el caso por ejemplo del comentario de uno de los dueños de El Mercurio que rechaza de plano la violencia criminal citando una larga lista de hechos imperdonables entre los que olvida nombrar los ordenados por Pinochet.[xi]
Manns sugiere que ésta “podría ser una novela negra, del género policial, pero yo invertí la circunstancias de este tipo de novelas, pues aquí el lector es cómplice del asesino, solidariza con él y busca al inspector que lo anda buscando”.

De qué muerte están hablando los novelistas
Efectivamente, la /las novelas presentan rasgos actualizados de un gótico llamado polémico aquel que sustituye mazmorras y fantasmas con escenas de protesta social desnudando injusticias. El objeto es despertar la conciencia social que mata las identidades individuales como en las novelas de Dickens y de las hermanas Brontë.[xii] . En todos los casos, las ocurrencias de la novela negra o la gótica siempre son signo de inquietud y necesidad de cambio de estructuras vencidas y búsqueda de un nuevo orden.
No elegimos la vertiente del pacifismo, desnaturalizador de la violencia con Walter Benjamin[xiii], y así desacreditar[xiv] la propuesta narradora, pero sí acordamos cuando reconoce que hay una esfera propicia al entendimiento no violento y que es la lengua, campo en el que los escritores se inscriben.[xv]. Es con Roland Barthes[xvi] con quien anclamos el tema de la violencia en el lenguaje y entendemos sin caer en tantas ambigüedades la propuesta narradora de estos chilenos[xvii]. Ël invita a reflexionar que toda ideosfera de poder tiende a convertirse en doxa, es decir, en discurso y así naturalizarse y no percibirse ni como violentación ni como ley, pero fuera de esta ideosfera fuerte, los “lenguajes criminales o locos” son perseguidos. Subraya un empecinamiento político justamente en negar o invisibilizar el lenguaje a pesar de que es éste el engranaje que sostiene y acrecienta el poder[xviii]. Junto con otros pensadores llega a la conclusión de que sin un fuerte lenguaje no hay poder que se mantenga. Sugiere que nos preguntemos cuál es el arte de movilizar una ideosfera de poder y la respuesta es evidente, sólo con un lenguaje que lo subversione y que en nuestros países circula más en lo artístico que en los partidos políticos cuyas consignas gastadas no tienen capacidad de creación de nuevas ideosferas. La violencia organizada de una ideosfera es discursiva, explicitada, verbalizada y entonces no aterroriza. El crimen, el terrorismo enajena, justamente porque no hay un discurso que lo explicite, hay un silencio sobrecogedor. Por eso la aproximación a lo monstruoso, aunque los resultados de la violencia sean menos dañinos que la ejercida oficialmente. Cuando el novelista me enfrenta con el discurso desde el crimen, pone palabras en boca del asesino, argumentaciones altamente razonables, éste pierde su aura monstruosa por un lado, pero además lesiona –diríamos que asesina- el lenguaje violento institucionalizado que se comprende infinitamente más terrible que el de este reo aislado. No está incitando a matar, sino a desconstruir la resistencia la “infatigabilidad”, la “perfomance”del lenguaje de la ideosfera a la que se opone.
Por lo tanto, no pensamos como los críticos que ambas novelas sean una doliente y una gozosa defensa de la muerte por mano propia, sino una vibrante defensa de la vida con la única arma convincente: la palabra capaz de instaurar la justicia e instalar el discurso que la preserve.

Bibliografía

DROGUETT, Carlos. Todas esas muertes .Madrid, Alfaguara, 1971.
DROGUETT, Carlos. Matar a los viejos. Santiago, Lom ediciones, 2001.
FUCHSLOCHER, Abel “Historia oculta de Emile Dubois: Revolucionario, asesino y santo” en http://cuarta.cl/diario/2004/04/25/25.04.4a.CRO.EMIL.html
CARREÑO A., Mauricio “Escribir con Sangre; Matar a los Viejos”. En: http://www.culturart.cl/Literatura/Literatura%20y%20vida/mataralosviejos.htm
MANNS, Patricio. La vida privada de Emile Dubois. Santiago de Chile, Alfaguara, 2004.
SOLAZ, Lucía. Literatura gótica. Espéculo N° 23- 2003. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/gotica.html
BENJAMIN, Walter. Para una crítica de la violencia. Buenos Aires, Leviatan, 1961
BARTHES, Roland. Cómo vivir juntos. Notas de Cursos y Seminarios en el Collage de France, 1976-1977. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
BARTHES, Roland. Lo Neutro. Notas de Cursos y Seminarios en el Collage de France, 1977-1978. Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.
. [1]
[1]
[i] Trabajo leído en las II JORNADAS INTERCÁTEDRA DE PENSAMIENTO LATINOAMERICANO. Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. 22 a 24 de setiembre de 2005.
[ii] Carlos Droguett nace el día 15 en Octubre el año 1912 en la ciudad de Santiago, Región Metropolitana, en Chile. Fallece en Suiza en julio del año 1996. OBRAS1933- Publica su primer cuento, “La pared” en la revista Hoy
1940- Los Asesinados del Seguro Obrero. Crónica. Santiago, Chile, Ercilla (en 1938, Pedro Aguirre Cerda es elegido Presidente de Chile con el apoyo del Frente Popular y ocurre la matanza de estudiantes en el Seguro Obrero de Santiago que inspira este ensayo)
1953- 60 Muertos en la Escalera. Novela. Santiago. Chile, Nascimento. (Premios Concurso Nascimento y el Premio Municipal de Santiago)1960- Eloy. Novela. Barcelona, España, Seix Barral. 1961- 100 Gotas De Sangre y 200 de Sudor". Novela Histórica. Santiago. Chile, Zig Zag. 1965-Patas de Perro. Novela. Santiago. Chile, Zig Zag. 1967-El Compadre. Novela. México. Joaquín Mortiz. 1967- Los mejores Cuentos de Carlos Droguett (Selección de Alfonso Calderón)". Santiago. Chile, Zig Zag. 1967- Supay, El Cristiano. Novela. Santiago. Chile. Zig Zag. 1968- El Hombre que había olvidado. Novela. Buenos Aires. Argentina. Sudamericana.
1971- Todas esas muertes Novela, Madrid, Alfaguara (Recibe El Premio Editorial Alfaguara)
1971- Después del Diluvio Teatro-Novela. Santiago. Chile. Nueva Universidad (U.C.). 1971-“El Cementerio de los Elefantes”. Cuento. Buenos Aires. Argentina, Fabril Editora. 1972- Escrito en el Aire". Ensayo. Valparaíso. Chile. Universitaria. 1973- El Hombre que trasladaba las ciudades. Novela. Barcelona. España, Noguer.
1975- Fija Definitivamente su residencia en Europa, Suiza1980- Materiales De Construcción. Ensayo. 2001- Se publican póstumamente las novelas La señorita Lara y Matar a los viejos. (ambos) Santiago, Lom ediciones, 2001. Esta última se ubica entre los libros más vendidos en los meses de junio y julio de ese año.

[iii] Op. Cit. p. 10.
[iv] Ver: FUCHSLOCHER, Abel “Historia oculta de Emile Dubois: Revolucionario, asesino y santo” en http://cuarta.cl/diario/2004/04/25/25.04.4a.CRO.EMIL.html .
[v] Ver: Matar a los viejos”. Op. Cit. Desde la dedicatoria: "A Salvador Allende, asesinado el martes 11 de setiembre de 1973 por Augusto Pinochet Ugarte, José Toribio Merino Castro, Gustavo Leigh Guzmán y César Mendoza Durán."que retrasó la publicación del libro hasta después de su muerte, el libro rezuma indignación y desprecio por “los viejos” (en realidad las viejas estructuras enquistadas en el poder): "el mundo asciende descendiendo, me abisma que se demoraran tanto en darse cuenta de que la vejez es criminal, toda vejez."[…] "los viejos deben morir siempre, como la peor enfermedad, como la peste negra y la misma muerte, los viejos son algo antinatural inventado por el mundo para defenderse y no perecer y no ser cambiado y transformado... Los viejos son la coraza y la corona que el mundo pone en todas partes y en todo tiempo, de ahí el respeto, los honores, las preeminencias, las dignidades, las academias, los confortables sillones..." y también: CARREÑO A., Mauricio “Escribir con Sangre; Matar a los Viejos”. En: http://www.culturart.cl/Literatura/ mataralosviejos.htm
[vi] “eran obreros, jóvenes, viejos, furiosos, sudorosos, robustos, débiles, sanos, enfermos, enteros, cojos, alzando los brazos, alzando los gritos, alzando banderas, banderolas, emblemas, letreros, insultos, gritos, llantos, y mujeres, mujeres, niños, chiquillos, corriendo, gritando, insultando, listos para llorar, listos para salir gritando esas palabras terribles y fáciles llenas de muerte, de segura muerte, huelga, pan, salarios, gobierno, ministros, ministerios y rompiendo eso, Pasando sobre eso, caballos, el ministerio desbocado echando sus cascos y su guano y ahora sus balas y su humo…(334-342)
[vii] […] más fuera del orden natural lo que han hecho ellos ahora, los políticos los empujan desde sus escritorios a los pacos, a los caballos, al guano, a la muerte, no pueden ofrecer otra cosa […] Yo, en cambio, comparado con ellos, derramé unas cuantas gotas, unos cuantos suspiros, acallé unas pocas voces egoístas y sórdidas, maté una carne que ya estaba muerta, pero ellos, ellos, elegantes, cómodos, exclusivos inventan un deber, sacan una ley, botan un reglamento y extienden en el rincón de la patria la bandera[…] para recoger sus muertos, sus muertos fabricados sin guerra y hasta sin odio, con costumbre, con perfecta armonía y regularidad, como una industria sórdida pero correcta. (343-4)
[viii] MANNS, Patricio. La vida privada de Emile Dubois. Santiago de Chile, Alfaguara, 2004.
[ix] El prestigio de Patricio Manns nace por sus aportes al desarrollo de la nueva canción chilena, y su innegable fama como compositor e intérprete, lo han hecho conocido en muchos ámbitos. El trabajo como novelista, según el crítico chileno Juan Arando Epple, puede presentarse en tres ciclos que se relacionan con distintas motivaciones intelectuales. Respetando su periodización, esta nueva novela sin embargo, inaugura otra etapa. El primero es un ciclo de aprendizaje juvenil conectado con la topografía física y humana del sur de Chile (De noche sobre el rastro, 1967, y Buenas noches los pastores, 1972) El exilio a partir del 74 propicia el segundo momento dedicado a traer a la memoria episodios silenciados por el discurso oficial y situados en la cordillera. Es el ciclo de las “actas” que está formado por Actas de Marusia (1974), Actas del Alto Bío Bío (1986) y Actas de muerte puta de 1987. El tercer ciclo está constituido por dos novelas en las que lo latinoamericano dialoga con lo internacional: Los lugares también desaparecen (1992), El desorden en un cuerno de niebla, El corazón a contraluz (1997) y la cuarta empieza evidentemente con una re-flexión del pasado y una toma de posición hacia el futuro con la Vida privada de Emile Dubois:

[x] Subrayamos los términos que poseen una matriz lingüística a la que nos referimos en las conclusiones.
[xi] “y aquí difiero del exceso de romanticismo ético de este escritor, como la historia de un auténtico asesino, porque no hay crímenes que puedan asimilarse a actos justos, porque nadie puede asumir que el espacio social es su gran teatro ajusticiador. Tengo en mente las imágenes de prisioneros iraquíes torturados por los militares americanos; las víctimas inocentes en la Estación de Atocha; las burdas modalidades que nuestra política y nuestra farándula han asumido para "hacerse justicia". Javier Edwards Renard, 7 mayo 2004 en el Mercurio. En 1924, Joaquín Edwards Bello-de la misma familia y en el mismo diario- escribió: "En Valparaíso se han cometido terribles crímenes que producen en mi ánimo una sensación de horror especial. ¿Por qué, pregunto, estos crímenes de Valparaíso causan en mí mayor impresión que los crímenes de otras partes? Yo no encuentro más que una respuesta. Es la obscuridad, la terrible obscuridad de Valparaíso. La noche… pavorosa. Yo recuerdo con horror esas noches de Valparaíso viejo. Cuando se narra un crimen uno reconstruye imediatamente la escena en la imaginación. […] cuando recordamos a Dubois, es toda la psicología del puerto que revive; los atardeceres misteriosos, las callejuelas propicias al golpe de mano, el aburrimiento sin fin de la noche porteña. La obscuridad hizo germinar en ese cerebro protervo, degenerado, la idea del crimen monstruoso. […] Es un caso pasmoso de intelectualidad delincuente".
[xii] SOLAZ, Lucía. Literatura gótica. Espéculo N° 23- 2003. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/gotica.html
[xiii] BENJAMIN, Walter. Para una crítica de la violencia. Buenos Aires, Leviatan, 1961. Traducido por Héctor A. Murena. Se cita por esta edición.
[xiv] ¿Es en general posible una regulación no violenta de los conflictos? Sin duda. Las relaciones entre personas privadas nos ofrecen ejemplos en cantidad. El acuerdo no violento surge dondequiera que la cultura de los sentimientos pone a disposición de los hombres medios puros de entendimiento. (119)
[xv] Reconocemos también con el autor que toda creación del Derecho es creación del poder y por lo tanto una manifestación de violencia y la oscilación dialéctica a otro estado de derecho. En palabras de Barthes, una lesión al ideorritmo individual. Cfr. Cómo vivir juntos. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
[xvi] BARTHES, Roland. Lo Neutro. Notas de Cursos y Seminarios en el Collage de France, 1977-1978.Buenos Aires, Siglo XXI, 2004. Cfr. 142-146.
[xvii] A los que podemos sumar otros como Roberto Bolaños en La pista de hielo y 2666 o Pía Barros en Los que sobran, por citar sólo algunos.
[xviii] Consigna como Benjamín distintos tipos de violencia, de la ley, del Estado, de organizaciones que se le oponen, de las huelgas.

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